jueves, 15 de noviembre de 2007

La Espada y La Cruz


Nacido con precarios medios, el Temple llegó a convertirse en una
multinacional con innumerables propiedades, que financiaba las más
variadas empresas y, llegado el caso, prestaba dinero a los reyes. Casi
con toda seguridad, esa riqueza tuvo su base en una provechosa
inversión de los bienes y en una administración meticulosa, sin lucro
personal, puesto que sus miembros tenían voto de pobreza, sin
embargo son muchos los que han atribuido tal poder económico a que
practicaban la transmutación alquímica de metales ordinarios en oro.
No parece muy verosímil, pero si lo es que se sirviesen de la alquimia
con otros fines, incluso resultaría absurdo que no lo hubieran hecho,
puesto que, además de para conseguir la quien sabe si quimérica
“piedra filosofal”, era una práctica común para obtener todo tipo de
elixires y remedios. La presencia de numerosas plantas importadas
creciendo libremente en los alrededores de algunas ruinas templarias
en España revela su gran interés por la botánica, y el que muchas de
ellas posean poderes alucinógenos no debe atribuirse a la casualidad.
Es obvio que conocían las propiedades de esas plantas y que las cultivaban
para su elaboración y consumo.No estamos refiriéndonos a una secta
de lunáticos, sino a una orden religiosa sui géneris que conciliaba lo
militar y lo económico con lo místico, por lo que es lógico deducir
que utilizaban las drogas como medio para alcanzar estados alterados
de conciencia y propiciar el Éxtasis; ni más ni menos que como otros
muchos vienen haciendo en todas las latitudes y desde tiempo inmemorial.
Otra de las características que sugieren la conexión del Temple con
saberes esotéricos es la elección de los lugares para levantar sus iglesias
y castillos. La experiencia ha venido a demostrar que allí donde existe
una construcción templaria hubo en tiempos pretéritos un santuario
pagano o es zona que desde antiguo se asocia con lo extraordinario.En
uno de los libros de la colección, Juan Ignacio Cuesta se ocupa de los
“lugares de poder”, así que no me extenderé en ello, pero parece clara
la relación de determinados enclaves, ya sea por razones telúricas o de
otro tipo, con la espiritualidad, como si en ellos se dieran circunstancias
que afectan sutilmente al cerebro, favoreciendo esos estados alterados
de conciencia a los que antes aludía. También la propia arquitectura
que caracteriza a sus edificios sugiere el uso de la llamada “geometría
sagrada”, que, desde Pitágoras y aún antes, busca plasmar en medidas
y proporciones la armonía o el orden que se esconde detrás de todo lo
creado.
Lo hasta ahora expuesto cae dentro de lo razonable, son deducciones
basadas en lo tangible, suficientes por sí mismas para justificar el
carácter legendario de la orden, pero, sin duda, hubo mucho más. El
juramento de secreto que suscribían los caballeros y que ellos llevaron
hasta sus últimas consecuencias, hace difícil, sino imposible, que
lleguemos a saber más sobre la naturaleza de sus ceremonias y el grado
de heterodoxia con que concibieron el cristianismo.Por lo demás,dudo
que el nivel de sus conocimientos estuviese por encima del de otros
grupos místico-ocultistas de la época y que poseyeran los grandes
poderes que otros les atribuyen, de haber sido así, los templarios no
habrían tenido tan miserable final.El gallo, símbolo solar que anuncia la salida del astro rey, representa
la resurrección de Cristo y en la Alquimia evoca al mercurio. De
procedencia Gnóstica, aparece en uno de los sellos de los caballeros
templarios, con pies en forma de serpiente, junto a la siguiente
inscripción: Secretum Templi.En la iglesia templaria de la Veracruz, de Segovia, o en la de San Baudelio,
de Berlanga, puede verse una columna central que se abre en forma
de palmera cuyas hojas se convierten en las nervaduras de la bóveda.
No cabe duda de que el Temple conocía perfectamente que estas formas
arquitectónicas no tenían simplemente una función ornamental.

Alejandro González

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